Comentario al Evangelio
II DOMINGO DESPUES DE EPIFANIA
Forma Extraordinaria del Rito Romano
El milagro. Si la aurora de Cristo, cuando
reflejó sus primeras luces, dejó estupefactos a las doctores en el templo,
¿Cuál no sería la gloria de su manifestación en el momento en que se dedicó a
llevar a cabo la obra para la que bajó desde el cielo? Mas ¿qué medios
escogería para demostrarse?
De muchas maneras fue anunciado
Cristo. Manifestáronle los ángeles cantando el Gloria in excelsis; manifestáronle las estrellas que atrajeron a
los Magos; lo mostró Juan, presentándole al pueblo y el mismo Padre en el día
del bautismo habló de Él. Pero ¿cómo se nos presenta y manifiesta por sí mismo?
Por medio de los milagros, que nos dio como prueba.
Vamos a presentar el primero.
Roguémosle antes que nos manifieste en él bien clara su gloria, para que
creamos firmemente.
La aldea de Caná: la humildad. Escogió para su primer milagro
una aldehuela oscura, bien lejos del esplendor de la capital. “¡Oh felices los
pobres, y como os amó Cristo Rey, compañero y amigo vuestro! Apenas si ha
nacido y ya se anuncia a unos pastores, entre otros motivos porque ha venido
para evangelizar a los pobres. ¡Oh feliz pobreza, y que grata eres a Dios! ¡Oh
altísima y riquísima pobreza, heredera del gran reino de os cielos! Dios no
excluye a nadie de su gracia, pero se liga con un vínculo especial, como de
parentesco, con los pobres, a quienes por eso prefirió siempre a los ricos y
demostró como aprecia lo que nosotros despreciamos”
Las bodas y en matrimonio
cristiano. ¿Quién
se imagina que Dios había de inaugurar su vida pública asistiendo a unas bodas?
La Sabiduría infinita conocía muy bien como habían los hombres de corromper el
matrimonio y quiso demostrar su santidad.
Extractado de un sermón de San Carlos Borromeo
Transcripto por Dña. Ana
María Galvez