Homilía de maitines
SÁBADO IN ALBIS - OCTAVA DE PASCUA
Forma Extraordinaria del Rito Romano
HOMILIA
DE SAN GREGORIO, PAPA
Homilía 27 sobre los evangelios
Hermanos,
la lección del santo Evangelio que acabáis de oír es fácil de comprender si se
mira superficialmente, en cuanto su sentido histórico; mas debemos descubrir
brevemente los misterios que contiene. María Magdalena, reinando aun las
tinieblas se encamino al sepulcro. La historia indica la hora; mas su sentido
místico se refiere al estado de la inteligencia de la que buscaba. María
buscaba en el sepulcro al Autor de todas las cosas, a quien había visto muerto
según la carne. Como no lo encontrase, creyó que lo habían robado. Por
consiguiente, reinaban aún las tinieblas cuando se fue al sepulcro. Corrió
después velozmente, y anunció la resurrección a los discípulos. Pero corrieron
primero que los demás, los que le amaron más que los otros, es a saber: Pedro y
Juan
Corrían,
pues, juntos los dos; pero Juan corrió más aprisa que Pedro. Llegó primero al
sepulcro, y no se atrevió a entrar. Vino San Pedro después, y entró. ¿Qué es
esto, hermanos; que significa esta acelerada venida? ¿Acaso se podrá creer que
una descripción evangélica tan detallada carezca de misterios? De ningún modo.
Porque Juan no diría que llegó primero y que no entró, si hubiese creído que su
vacilación no entrañaba ningún misterio. ¿Pues, a quien significa San Juan,
sino a la Sinagoga? Y ¿a quién representa San Pedro, sino a la Iglesia?
No
debe causar admiración que por el más joven se representa la Sinagoga, y por el
más viejo a la Iglesia; porque si respecto al culto de Dios primero es la
Sinagoga que la Iglesia de los Gentiles, en lo concerniente al uso de las cosas
del siglo, primero es la multitud de los Gentiles, que la Sinagoga según dice San
Pablo: “Que no es el cuerpo espiritual el que primero fue formado, sino el
cuerpo animal”. San Pedro, pues, como el más anciano, es la figura de la
Iglesia de los Gentiles, y San Juan, como el más joven, la Sinagoga de los
Judíos. Corren juntos los dos; porque desde el principio hasta el fin,
corrieron la gentilidad y la sinagoga por común e igual camino, aunque no con común
e igual sentimiento. Llegó primero la Sinagoga al Sepulcro, mas no entró;
porque si bien conoció los preceptos y oyó las profecías de la encarnación y
pasión del Señor, teniéndolo por muerto, no quiso creer en él.