lunes, 28 de diciembre de 2015

LA NAVIDAD, MISTERIO DE ALEGRÍA Y DE AMOR. San Juan Pablo II


La Navidad es misterio de alegría.
En la noche los ángeles han cantado:
"Gloria a Dios en el cielo
y en la tierra paz a los hombres que Dios ama" (Lc 2, 14).
Han anunciado el acontecimiento a los pastores
como "una gran alegría, que lo será para todo el pueblo" (Lc 2, 10).
Alegría, a pesar de estar lejos de casa,
a pesar de la pobreza del pesebre,
a pesar de la indiferencia del pueblo,
a pesar de la hostilidad del poder.
Misterio de alegría a pesar de todo,
porque "hoy os ha nacido,
en la ciudad de David, un salvador" (Lc 2, 11).
De este mismo gozo participa la Iglesia,
inundada hoy por la luz del Hijo de Dios:
las tinieblas jamás podrán apagarla.
Es la gloria del Verbo eterno,
que por amor se ha hecho uno de nosotros.
La Navidad es misterio de amor.
Amor del Padre, que ha enviado al mundo
a su Hijo unigénito,
para darnos su misma vida (cf. 1 Jn 4, 8-9).
Amor del "Dios con nosotros", el Emmanuel,
que ha venido a la tierra para morir en la cruz.
En el frío Portal, en medio del silencio,
la Virgen Madre presiente ya en su corazón
el drama del Calvario.
Será una lucha angustiosa
entre las tinieblas y la luz,
entre la muerte y la vida,
entre el odio y el amor.
El Príncipe de la paz,
que nace hoy en Belén,
dará su vida en el Gólgota
para que en la tierra reine el amor.
La Navidad es misterio de paz.
Desde el portal de Belén
se eleva hoy un llamamiento apremiante
para que el mundo no caiga
en la suspicacia, la sospecha y la desconfianza,
aunque el trágico fenómeno del terrorismo
acreciente incertidumbres y temores.
¡Que la humanidad acoja
el mensaje de paz de la Navidad!


25 de diciembre de 2002