LA DOCTRINA
SOCIAL IMPLICA A TODOS.
REFLEXIÓN DIARIA DEL COMPENDIO DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
(n. 9-12)
9 El
transcurso del tiempo y el cambio de los contextos sociales requerirán una
reflexión constante y actualizada.
10 Instrumento
para el discernimiento moral y pastoral para todos los miembros de la
Iglesia.
11 Los
primeros destinatarios de este documento son los Obispos. También
los sacerdotes, los religiosos y las religiosas y, en general, los
formadores; Los fieles laicos; y Las comunidades cristianas.
12. Se propone también a los hermanos de
otras Iglesias y Comunidades Eclesiales, a los seguidores de otras religiones,
así como a cuantos, hombres y mujeres de buena voluntad, están comprometidos en
el servicio al bien común.
Nuestro Señor Jesucristo revela al hombre
su propio rostro según el plan creador de Dios. Con su Encarnación, con su vida
y su evangelio, Nuestro Señor nos revela el misterio del propio ser humano
creado por Dios y llamada a la vida eterna junto a él. La Doctrina Social de la
Iglesia se apoya en esta antropología para mostrar sus consecuencias en la vida
en sociedad: del mismo Evangelio emanan principios inalterables que no se pueden
cambiar. Pero en cuanto, la doctrina social nos da criterios para juzgar y
orientaciones para nuestro actuar, su reflexión ha de actualizarse a los
cambios sociales. Pero siempre, siempre, salvando la integridad de la fe.
La Doctrina Social nos incumbe a todos.
Los primeros, los obispos, que han de predicarla cumpliendo así con su misión
de enseñar recibida de la Iglesia. Un anuncio que muchas veces tenemos miedo a
realizar por las consecuencias de rechazo y ataque, pero un anuncio que no
podemos silenciar si queremos ser fieles a Jesucristo.
La Doctrina Social de la Iglesia está
dirigida y sirve para todos los hombres, tiempos y lugares porque se fundamenta
en Jesucristo y –como nos recuerda el Adviento y la cercana Navidad- él es la
Palabra de Dios para los hombres, él es la luz que ilumina en medio de las
tinieblas, él es la Verdad, el Camino y la Vida.
Como cristianos hemos de sentirnos
agraciados por nuestra fe y por tener la seguridad de que esta doctrina es el
mejor medio para que el hombre alcance su realización y felicidad. Con esta
seguridad y con el estilo apostólico de Jesús que es misericordioso, hemos de
anunciar a los hombres de nuestro tiempo la Salvación de Dios.