sábado, 28 de noviembre de 2015

RESOLUCIONES ANTE LOS SACRILEGIOS, PROFANACIONES, IRREVERENCIAS Y FALTAS DE AMOR A JESÚS EN LA EUCARISTÍA. Beato Bernardo de Hoyos



RESOLUCIONES ANTE LOS SACRILEGIOS, PROFANACIONES, IRREVERENCIAS Y FALTAS DE AMOR A JESÚS EN LA EUCARISTÍA. 
Beato Bernardo de Hoyos

“En particular observaré lo siguiente:
  • “Los gentiles no conocen, y los herejes niegan, y los católicos no aprecian por la mayor parte las finezas del Corazón del Salvador en el Santísimo Sacramento. En contraposición haré todos los días frecuentes actos de fe, adoración y amor que miren a este misterio, y pediré que sea extendida esta devoción”.
  • “Muchos tienen fastidio de este manjar divino: no llegan a gustarle sino de año en año, y otros ni en muchos años; y no pocos le reciben con horrendo sacrilegio. En contraposición excitaré en mí con frecuentes comuniones espirituales el gusto y apetito de esta celestial vianda. Jamás, por mayores estorbos que ocurran, dejaré de celebrar, si la caridad o la obediencia o la imposibilidad no me mostraren ser lo contrario voluntad del Señor: y en estos casos, juzgándome por indigno, sin inquietarme, recompensaré esta falta con las comuniones espirituales. Siempre celebraré con intención expresa de resarcir con el sacrificio del Corazón sagrado sus mismas ofensas, y después de la consagración se lo protestaré al Padre Eterno frecuentemente”.
  • “Celebran no pocos sacerdotes sin preparación, sin acción de gracias, y con un modo en la apresuración que debe causar horror. En contraposición jamás llegaré al altar sin pensar antes cosa de un cuarto de hora lo que voy a hacer, con los afectos que el Señor me inspirare, y sin dar después gracias por lo menos por otro tanto espacio, sino en los casos que exceptuare la regla puesta arriba de la caridad, obediencia o imposibilidad. Cumpliré rigurosamente lo que nuestro Santo Padre ordena sobre lo que se ha de tardar: pronunciaré, accionaré con tal gravedad, y acompañaré lo exterior con tal espíritu, que pueda decirse: He aquí una acción de Jesucristo. Lloraré todos los días lo que faltan en este sacrificio tantos sacerdotes, ofreciendo siempre el Corazón mismo de Jesús en desagravio”.
  • “Innumerables católicos no entran ni aun de paso a visitar a Jesús Sacramentado, cuando las calles, las plazas y los palacios están llenos de gente; sólo llegan forzados del precepto de oír misa: no pocas personas religiosas casi se olvidan de que tienen al Señor en sus casas. En contraposición, tendré en cierto modo por mi habitación sobre la tierra el lugar donde estuviere el Santísimo Sacramento. Las ocupaciones de caridad, etc., podrán hacer que con el cuerpo no pueda estar tan despacio en su presencia, pero no harán que en espíritu no le visite desde el lugar de mayor tráfago. No se cansa este amable Salvador en bajar del cielo y en habitar en la tierra: luego no debe haber cansancio, descomodidad o repugnancia que me retarde la frecuencia de estas visitas”.
  • “Más en particular observaré lo siguiente. Siempre que pueda, tendré en lo restante de mi vida la oración y exámenes delante del Santísimo. Los días de recreación tendré algunos ratos más de oración; y ordinariamente, cuando lo permitieren las distribuciones y obligaciones regulares, a lo último de la mañana y de la noche, antes de comer y cenar, como un cuarto de hora más: y generalmente, cuanto me sobrare de tiempo, lo ocuparé delante del Señor Sacramentado, sacando aquellos ratos de recreación que pide la naturaleza y quiere el mismo Dios. Rezaré todas las horas del oficio divino, siempre que pueda, en la presencia de este Dios de amor. La primera acción al levantarme por la mañana, y la última antes de acostarme, será indefectiblemente la visita al Santísimo; y desde la cama, antes de dormir y cuando despertare, visitaré y entraré dentro del Corazón sagrado: fuera de las visitas precisas que los demás hacen, haré yo otras, a lo menos cada hora, siendo compatible con las ocupaciones. Siempre que pasare en casa por junto a lugar de donde pueda, haré lo mismo, si las circunstancias lo permiten: al pasar por otros templos, será espiritualmente”.
  • “Asombrosa es la irreverencia con que muchos están delante del Dios de la majestad. En contraposición, mostraré o haré sensible en la circunspección exterior la intención interior: huiré tan puntualmente el mirar por curiosidad, el hablar sin necesidad una palabra, el reír, etc., que, por ligeras, no queden sin penitencia estas faltas. Más debo hacer yo que otros: y así, delante del Señor patente no me sentaré, sino de comunidad, o confesando, aun en sermón, en que estaré de rodillas o en pié: aunque no esté patente, estaré siempre de rodillas, nunca sentado ni en pié, sino en los casos dichos”.
  • “Todo lo dicho haré sin apremio, con libertad, en las circunstancias que van expuestas arriba; pero no omitiré cosa por negligencia, pereza o amor propio paliado con nombre de libertad: lo cual cautelaré cuidadosamente a mayor gloria del Corazón de Jesús”.