La
Religión de la fe cristiana está grandemente disminuida; somos muy pocos y mientras
en un tiempo estábamos esparcidos casi por todo el Mundo, ahora estamos rechazados
en un estrecho rincón. Nuestros enemigos se han apoderado de Asia y Africa, dos
de las mayores partes del Mundo. Además nos han sustraído una gran porción de aquella
que llamamos Europa, y que ahora habitamos, por lo que apenas una sexta parte de
lo que poseíamos tenemos ahora. Y diariamente nuestros enemigos vienen atacando
incluso esta pequeña porción. Por lo tanto, ¡ohSeñor!, sin tu socorro el nombre
cristiano será ulteriormente destruido y olvidado... Por lo tanto, Señor misericordioso,
ejercita tu misericordia, demuestrala verdaderamente en tu Iglesia, “quia tempus miserendi ejus ". Si hay
muchos hombres piadosos en tu Iglesia militante, escúchalos, pobres pecadores, por
su amor: sé misericordioso, hacia Sión, o sea, por tu Iglesia. Si en ella sólo hay
pocos buenos, mayor es nuestra miseria y mayor debe ser tu misericordia... Así,
¡oh Señor bueno!, vuelve a hacer lo mismo otra vez con nosotros; y convierte la
tierra blanda y harinosa en durísima piedra; da a tu Iglesia pilares fuertes y potentes
que puedan soportar y sufrir grandes trabajos, vigilias, pobreza, sed, hambre, frio,
calor y que sepan no temer la amenaza de los príncipes, ni la persecución y menos
la muerte; pero siempre estén dispuestos a soportar, mimosamente injurias,
humillaciones y toda clase de tormentos por la gloria y alabanza de tu Santo
Nombre. De este modo, oh Señor, la verdad de tu Evangelio será predicada a todo
el Universo."