No era amigo el Apóstol de Andalucía de una piedad vana y
superficial. Aprovechaba sus sermones para fortalecer las raíces de la
fe. Las fiestas de la Virgen eran una ocasión privilegiada para
alimentar el amor a la Madre del Señor. La primera indicación que
encontramos en sus escritos es exhortar a la imitación a la Madre de
Dios. Más de una vez va a pronunciar estas palabras en sus sermones:
"¿Qué haré para tener devoción a la Virgen?"(Sermón 63).
"Todo lo que mi Hijo os dijere hacedlo. Y así el mayor servicio
que le podéis hacer es hacer lo que manda su Hijo: "Señora, por vuestro
amor perdono esta injuria". ¿Tenéis amor malo a mujer?:
"Quiero apartarme de ella por vos. Quiero callar silencio quiero
tener por amor de vos; aquello que más me duele hacerlo o dejarlo de
hacer, ofrecerlo por la Virgen".
Que quererla bien y no imitarla, poco aprovecha. Imitémosla en la
humildad y en las demás virtudes; porque ella es el dechado de quien
hemos de sacarlas; y haciendo esto nos alcanzará gracia y después
gloria" (Sermón 63).
Habría que leer todo este largo sermón pronunciado en la fiesta de la
Presentación de la Virgen para ver el calado de la predicación del
Maestro Ávila. Las citas de la Escritura que menciona, los dichos y
escritos de los santos, muy especialmente de San Bernardo. Desciende al
terreno práctico y moral para que su doctrina no quede en un
espiritualismo vano.
La verdad es que esta forma de predicar le acarreó varios problemas
violentos contra su persona pero esto no le causó mayor temor. Su celo
apostólico y su profetismo crearon escuela.
"Pensáis que es ser devotos de la Virgen, cuando nombran a María,
quitaros el bonete no más? Más hondas raíces ha de tener su devoción
... ¿Qué raíces? Una gran devoción de corazón con la Virgen; y quien
esta no tiene, no descanse hasta que la halle. Una de las señales de los
que se han de salvar es tener gran devoción a la Virgen… ¿Qué haré para
tener devoción con la Virgen? ¿No le tenéis devoción? Harto mal tenéis;
harto bien os falta; más querría estar sin pellejo que sin devoción de
María" (Sermón 63).
Aprovecha los sermones de la Virgen para dirigirse a los sacerdotes,
religiosos y seglares. El Santo ve una gran relación entre la Virgen y
los sacerdotes. De aquí que recomiende vivamente a los presbíteros tener
una gran devoción a la Madre de Dios.
"¡Oh,
qué ejemplo para los que tienen cargo de ánimas! Del cual pueden
aprender la saludable ciencia del regimiento de ánimas, la paciencia
para sufrir los trabajos que en apacentarlas se ofrecen. Y no sólo será
su maestra que los enseñe, mas, si fuere con devoción de ellos llamada,
les alcanzará fuerzas y lumbre para hacer bien el oficio" (Sermón 70).
Se hubiera que resumir en pocas palabras la doctrina del Santo sobre la devoción a la Virgen habría que decir: "Señora,
nuestro oficio será pensar en vos, hablar de vos, seguiros a vos en
vuestra vida y mirar cómo hacíais y así hacer nosotros… gastarnos hemos
todos en vuestro servicio" (Sermón 61).
Tiene Juan de Ávila un respeto especial por la piedad popular.
Procesiones, estampas, cruces, rosarios, romerías, novenas…En sus
sermones y cartas encontramos muchas referencias a la Pasión del Señor,
al Corazón de Cristo, la Eucaristía, María y los Santos. Son los campos
donde se refleja la piedad popular. Todos estos acontecimientos son una
buena ocasión para insistir en la caridad, en la vida santa y en la
entrega al Señor.
"Advirtamos mucho que somos naturalmente inclinados a estos
negocios de fuera y enemigos y descuidados de la virtud interior y por
esto los que los hacen y los que los miran no se descuiden en
contentarse con ellos a solas, ni paren en ellos, mas tómenos como
motivo y despertador del amor y devoción interior… (Sermón 35).
Por eso en la época de Navidad donde el culto se hace especialmente exterior va a recomendar: "Señor,
¿de qué os quejáis, que no os dan posada? ¿No tenéis grandes custodias
de oro y plata y de piedras preciosas? ¿No estáis cubierto con ricos
paños de brocado?" (Sermón 41).
Juan de Ávila, gran evangelizador y modelo de todos los que han
predicado el Evangelio, hombre orante y de palabra llena de doctrina,
amante de la sencillez y de un profundo amor a la Virgen con Jesús en
brazos nos recomienda:
"Rogad a la Virgen que os dé ojos para saberla mirar. Cuando yo
veo una imagen con un Niño en los brazos, pienso que he visto todas las
cosas" (Sermón 4).