PONED LOS OJOS EN EL CRUCIFICADO
Poned los ojos en el Crucificado, y se os
hará todo poco. Si Su Majestad nos mostró el amor con tan espantables obras y
tormentos, ¿cómo queréis contentarle con sólo palabras? (VII M 4, 9).
¿Y
quién será el soberbio y miserable como yo que después de haber trabajado toda
su vida con todas las penitencias y oraciones que se pueden imaginar, no se ve
enriquecido y bien pagado cuando el Señor le permite estar al pie de la cruz
con san Juan? (V 22, 5; CN 12).