En la simplicidad de mi corazón te ofrezco todo alegremente,
oh Señor. Tú te has dignado llamarme y yo vengo con arrojo a postrarme a tus
pies. Tú en el día de tu fiesta real quieres hacer de esta mísera creatura la
reina. Te agradezco con toda la efusión del alma y al pronunciar los santos
votos me abandono enteramente a Ti. Haz Jesús que me mantenga siempre fiel a
mis promesas y no quiera más volver a tomar lo que te ofrezco en este día. Ven
y reina en mi alma como Rey de amor (…) Oh Jesús yo me ofrezco contigo a tu
Sacrificio y si bien soy indigna y nada, espero firmemente que el divino Padre
mire con ojos de complacencia mi pequeña ofrenda porque estoy unida a Ti, y del
resto, he dado todo aquello que estaba
en mi poder. ¡Oh Jesús! consúmame
como una pequeña hostia de amor por tu Gloria y por la salvación de las almas.
Padre eterno, mostrad que en este día
vuestro Hijo va a las Bodas y establece su reino en todos los corazones, donde
todos lo amen y lo sirvan conforme a vuestra divina voluntad. A mí dadme lo que
necesito para ser una verdadera esposa de Jesús. Amén.