Pues
siendo Padre nos ha de soportar por grandes que sean nuestras ofensas; si
retornamos a El, como al hijo pródigo nos ha de perdonar, y nos ha de consolar
en nuestros trabajos, y nos ha de alimentar, como debe hacerlo el padre que
necesariamente ha de ser mejor que todos los padres del mundo, porque El es el
bien en plenitud; y además de todo esto nos ha de hacer partícipes y herederos
con Vos de su Reino (C 27, 2).