LA CONTEMPLACIÓN, DON
GRATUITO DE DIOS
En la contemplación perfecta no
podemos hacer nada nosotros, ni podemos conseguirla trabajando, ni negociando,
ni con ninguna actividad nuestra; más bien todo esto estorba y nos impide decir
"hágase tu voluntad"; cúmplase, Señor, en mi vuestra voluntad de
todos los modos y maneras que Vos, Señor mío, queráis; si queréis con trabajos,
dadme fuerza y vengan; si con persecuciones y enfermedades y deshonras y
pobrezas, aquí estoy, no volveré el rostro, Padre mío, ni es justo que vuelva
las espaldas (C 32, 10).