Señor, dame a ti mismo y eso me basta, pues recibirte, Jesús, en la Sagrada Comunión es la única medicina que cura todas mis enfermedades… Bendito convite que en él se mitigan todas mis penas, se esclarecen mis tinieblas y mi corazón, henchido de alegría, te abraza, llamándote mi Dios escondido, mi divino oculto.