Oh Bienaventurado San Rafael, medicina de Dios, acompáñame en todos en mis caminos así como lo hiciste con Tobías; protégeme de los emisarios del mal y guíame por el buen sendero; envíame la medicina que necesito para mi sanación. Que tu compañía, bendito San Rafael permanezca siempre a mi lado, y junto con San Miguel y San Gabriel, defiéndeme del enemigo de mi alma que ronda como león furioso buscando a quién devorar. No permitas que me aparte de Dios y muéstrame el camino que me lleve seguro junto con mi familia a las puertas de la Jerusalén Celestial. Amén.