viernes, 30 de abril de 2021

MES DE MAYO A LA VIRGEN MARÍA. Día 1

MES DE MARÍA O MES DE MAYO CONSAGRADO A LA SANTÍSIMA VIRGEN

SEGÚN SE HACÍA EN LA IGLESIA DEL COLEGIO IMPERIAL DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS

 

DÍA 1

 

Por la señal …

 

ORACIÓN DEDICATORIA

¡Oh, dulce Virgen! De purpúreas flores,

cada día pondré guirnalda hermosa

en tus sienes divinas,

y me serán regalos las espinas,

Pues la que nace de ellas, pura rosa,

tantos alcanza en coronarte honores.

Tú en galardón; lo espero, Madre mía;

mi frente humilde ceñirás un día.

 

Canto

 

ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS

¡Oh Santísima Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra!  ¡Oh Paraíso del nuevo Adán sin serpiente! ¡Oh Lirio de los valles, Azucena sin mancha, Flor sin espinas, Rosa Mística! ¡Oh Flor de Jesé, Palma de Cadés, Cedro del Líbano!  ¡Oh Flor de todas las virtudes y Árbol de todas las gracias, cuyo Dulcísimo fruto es Nuestro Señor Jesucristo! Siempre te amamos, siempre te invocamos, pero especialmente en este mes de las flores que dedicamos a tu Amor.  Haz que en nuestras almas florezcan todas las virtudes y fructifique Nuestro Señor Jesucristo, en gracia y santidad.  Y pues eres fuente sellada y pura, no permitas que se sequen jamás en nuestras almas la flor de tu devoción y el fruto del Amor a Jesucristo, tu Hijo. Amén.

 

MEDITACIÓN

DÍA PRIMERO

Motivos que hay para practicar bien la devoción del mes de Mayo.

 

ALMA, quienquiera que seas, ven y considera atentamente la necesidad que tienes del auxilio de María para salvarte. ¿Eres inocente? Pero tu inocencia está en gran peligro. ¡Cuántos más inocentes que tú han caído en pecado y se han perdido para siempre! ¿Eres penitente? Pero tu perseverancia es incierta. Aquellos malos hábitos, aquellas ocasiones, aquellos compañeros antiguos… tú lo sabes. ¿Eres pecador? ¡Cuánta necesidad tienes del favor de María para convertirte! Has comenzado una y muchas veces, y nunca has salido con la empresa. Si no fuera por María, ¿qué hubiera sido de ti?

Sin embargo, con la devoción de este mes, puedes lograr su patrocinio y tu salvación. ¿Cómo es posible que una Madre tan tierna deje de oír a un hijo devoto? Por un Rosario, por un ayuno ha dispensado gracias muy señaladas a grandes pecadores; ¡que no hará por ti, que dedicas un mes entero a su servicio!

Mas ¡ay si pierdes esta gracia! ¡Ay si comienzas y lo dejas dentro de pocos días! ¿Quién sabe si será esta la última ocasión que Dios te presenta para convertirte? ¿Quién sabe si a esta devoción está ligada tu perseverancia final? Y, en fin, ¿quién sabe si este será el mes último de tu vida? Puedes a tan poca costa adquirir tan poderoso patrocinio, y de no hacerlo ¡qué remordimientos tan dolorosos a la hora de la muerte! Piénsalo bien, y resuélvete.

 

EJEMPLO

 

Muy cerca estuvo de sufrir la pena de su infidelidad un congregante de María. Frecuentaba una de sus cofradías, pero luego se entibió y vino a dejarla enteramente. No le sirvieron ni súplicas ni amonestaciones; fue menester que le avisase un alma del otro mundo. Estaba durmiendo una noche, y ve a un Padre que había conocido en la congregación, el cual le reprendía diciéndole: «Joven perezoso, ya se ha dado cuenta de ti a la Santísima Virgen, bajo cuya tutela está la congregación; si no te enmiendas, sabe que, te espera un castigo formidable». Despertó, mas despreciándolo todo como sueño, se le apareció otra noche el mismo Padre amenazándole con más aspereza; pero poco o nada sirvió, pues decía que de sueños no se debe hacer caso, y quería vivir con libertad. Otras inspiraciones y llamamientos más fuertes se necesitaron para hacerle entrar dentro de sí, como que no sólo había dejado la congregación, sino aun el temor de Dios. La tercera vez vio al referido Padre también en sueños, el cual, además de las reconvenciones, parecía que le tomaba por la mano y le llevaba a la Iglesia, donde, llegado, le dijo: «¿Qué haces que no te confiesas bien? Hasta ahora has callado tal pecado», y le nombró. Despertó el joven con gran temor, y viendo que era verdad lo que había pasado, fue al instante a la congregación, se confesó con mucho dolor y arrepentimiento, y después perseveró en el servicio del Señor, que le miró con ojos de misericordia.

 

OBSEQUIO

 

Llevar al pecho la imagen de María, y estrechándola cariñosamente, decirle con frecuencia: Sea vuestro, Madre mía, de mi corazón.

 

JACULATORIA

Alábente mi corazón y mis labios, Virgen sacratísima.

 

PARA FINALIZAR

3 avemarías

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestro auxilio, haya sido desamparado. Animado por esta confianza, a Vos acudo, Madre, Virgen de las vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante Vos. Madre de Dios, no desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén.

 

jueves, 29 de abril de 2021

¿CÓMO HA DE SER NUESTRO SERVICIO A LA EUCARISTÍA? (9) San Pedro Julián Eymard

 


CAPÍTULO SEGUNDO

Del servicio y culto eucarísticos

 

§ I

NATURALEZA Y CUALIDADES DEL SERVICIO EUCARÍSTICO

 

El servicio eucarístico de nuestro señor Jesucristo es el primer deber de la vida del adorador.

Para ser perfecto, este servicio debe tener tres cualidades: debe ser servicio soberano, servicio de amor y servicio litúrgico. Más adelante trataremos de esta tercera condición; hablemos aquí de las dos primeras.

 

1.º Servicio soberano. –Debe anteponerse a cualquier otro servicio, porque es el servicio del soberano Señor, es el cumplimiento de la ley de Dios y el fin de la vida del hombre: “Adorarás al señor tu Dios y a Él sólo servirás” (Mt 4, 10).

Esta es la razón por que en el altar de la exposición se suspende cualquier otro culto y se cubren las imágenes. Dios está en su trono de amor para ser único centro de todas nuestras adoraciones y de todos nuestros corazones.

El servicio eucarístico demanda que el adorador sirva a su Señor como se sirve a un rey, por puro deber, como se sirve a un padre, por puro amor. Servirle debiera ser el mayor y más apetecido galardón del hombre, el que mayor placer le procurara, porque no es admitido cualquiera para servir a la persona del soberano.

Todo lo que el adorador es y posee, su entendimiento, su corazón, su voluntad y sus sentidos, deben servir a Jesucristo, que es fin de todo el hombre y quiere que se le rinda homenaje con todo el ser para en sí mismo glorificar a todo hombre.

Cuando menos el cristiano debe a Jesucristo el servicio que se tributa a los reyes de la tierra, a quienes se sirve sin más recompensa que la del deber y de la gloria de servirles, a quienes como a más dignos se ofrece cuanto de precioso y de más digno hay. Así que el cristiano debe prestar a Jesucristo un servicio regio, debe rendirle homenaje con todas sus cualidades, con su ciencia, su arte, sus facultades y con su mismo ser.

Los servidores empleados en el servicio de la persona del mismo rey son los más honrados. Servir a la persona adorable de Jesucristo es compartir la felicidad de la santísima Virgen, madre suya; de san José su fidelísimo custodio, es estar asociado a la gloria de los ángeles. “Quién me sirva será honrado de mi Padre”, tiene dicho el salvador. ¿Puede servirse a mejor amo que a Jesucristo, ni a mayor rey que al rey de los cielos y de la tierra?

 

 

2.º Servicio de amor. –El servicio eucarístico de Jesucristo debe ser, en segundo lugar, un servicio de amor. No puede ser de otro modo. La Eucaristía es el sacramento del amor, y la gracia que a raudales fluye de Él es una gracia de amor. El amor divino inspiró su institución; por eso, también el amor ha de animar la vida del adorador. El amor tan generoso que realizó esta maravilla del amor provoca el amor del hombre. Un amor inagotable la multiplica por todas partes y la perpetúa hasta el fin de los siglos, para ofrecer al amor del cristiano un alimento siempre nuevo y proporcionar a Jesús derechos siempre nuevos a nuestra gratitud.

Por consiguiente, ha de ser intenso el amor del siervo de la Eucaristía; nunca alcanzará la altura, la profundidad, la anchura y la largura del beneficio de la Eucaristía.

Debe ser tierno su amor, tierno como el Corazón de Jesús que se le entrega.

Sea puro: debe el adorador servir a su bondadoso Señor por Él mismo, por su gloria, por su beneplácito, como el hijo sirve a padres tiernamente amados, como un piadoso caballero sirve a su rey queridísimo, como los santos sirven al Dios del cielo.

II

Pero, desgraciadamente, ¿quién piensa en el servicio de Jesús?; ¿quién se entrega a él? Un amo cuenta con servidores que le obedecen; un príncipe tiene súbditos que le honran y obedecen; un padre tiene una familia que le rodea y ama. No hay hombre en la tierra que no tenga algún servidor o amigo. ¿Y dejaremos que sea Jesucristo el único que se vea abandonado en el palacio de su gloria, en el trono de su amor en el santísimo Sacramento del altar? Sólo quedará días y noches, mientras que la antecámara de los grandes del mundo se verá llena de cortesanos y los reyes tendrán una corte brillante y una guardia de honor escogida; o si llega a tener unos cuantos adoradores, serán gente sencilla y pobre, porque los poderosos de la tierra casi no van al templo, ni los sabios le rinden obsequio con su entendimiento, ni los ricos le honran con donativos.

¡Es el Dios desconocido! ¡A menudo está abandonado hasta de los suyos!

Y, sin embargo, no reside en la Eucaristía más que para el hombre: Su amor infinito es la causa porque día y noche queda junto a las casas de los hombres con todos sus dones y ganancias del cielo.

¡Oh!, ¿por qué son los hombres tan indiferentes? ¿Por qué no hacen los cristianos para con su Dios lo que los mahometanos hacen con su profeta, los paganos con sus divinidades y los esclavos del mundo con el ídolo de su corazón y de su vida?

Si los cristianos siguen desamparando a Jesucristo en su templo, ¿cómo no les quitará el Padre celestial su Hijo tan ultrajado?

¿No es, por ventura, lo que ha hecho ya con no pocos pueblos y reinos que ahora gimen en las sombras de la muerte?

Despiértense y júntense las almas para evitar esta desgracia, la mayor de todas; háganse adoradores en espíritu y en verdad de Jesús sacramentado, formen guardia de honor al soberano de los reyes y una corte abnegada al Dios del amor.

 

¿CÓMO HA DE SER NUESTRO SER... by IGLESIA DEL SALVADOR DE TOL...

NOVENA A SAN JOSÉ. DÍA NOVENO: Conformidad de san José con la voluntad de Dios

 

NOVENA A SAN JOSÉ. DÍA NOVENO: Conformidad de san José con la voluntad de Dios.

 

Poniéndonos en la santa presencia de Dios, pidiendo el auxilio de la Virgen María y del Ángel Custodio, recita esta oración al Glorioso San José:

 

ORACIÓN A SAN JOSÉ

Santísimo patriarca san José, padre adoptivo de Jesús, virginal esposo de María, patrón de la Iglesia universal, jefe de la Sagrada Familia, provisor de la gran familia cristiana, tesorero y dispensador de las gracias del Rey de la gloria, el más amado y amante de Dios y de los hombres; a vos elijo desde hoy por mi verdadero padre y señor, en todo peligro y necesidad, a imitación de vuestra querida hija y apasionada devota santa Teresa de Jesús. Descubrid a mi alma todos los encantos y perfecciones de vuestro paternal corazón: mostradme todas sus amarguras para compadeceros, su santidad para imitaros, su amor para corresponderos agradecido. Enseñadme oración, vos que sois maestro de tan soberana virtud, y alcanzadme de Jesús y María, que no saben negaros cosa alguna, la gracia de vivir y morir santamente como vos, y la que os pido en esta novena, a mayor gloria de Dios y bien de mi alma. Amén.

 

DÍA NOVENO

MEDITACIÓN

Conformidad de san José con la voluntad de Dios.

 

Composición de lugar. Contempla a san José, que repite en todos los trabajos de su vida: Hágase, Señor, tu voluntad, así en la tierra como en el cielo.

 

Petición. Dios mío, haced de mí y de mis cosas lo que sea conforme con vuestra santísima voluntad.

 

Punto primero. Todos tenemos absoluta necesidad de esta santa virtud, pues con ella este destierro hácese un anticipado cielo, y sin ella se vuelve un infierno. Contempla a san José, modelo acabado de todas las virtudes, y en especial de esta preciosa virtud en vida y en muerte. Toda la vida del Santo sembrada de dolores y gozos tan intensos y tan continuos y variados, es el cumplimiento de la divina voluntad. Escogido por Dios Padre para que hiciese sus veces con la Sagrada Familia, asociado a la suerte de Jesús y de María, experimentó más que ningún otro santo la necesidad de esta virtud, y la practicó fielmente. Toda la vida de san José está resumida en estas palabras: “Dios mío, quise tu voluntad en medio de mi corazón. Hágase siempre en mí, de mí y de todas mis cosas vuestra santísima voluntad”. Era voluntad de Dios; pues bastaba esto para el Santo, que no buscaba en todas las cosas más que hacer la divina voluntad, fuese dulce o amargo, fácil o difícil, doloroso o gozoso lo que se le mandase… Su muerte no fue otra cosa más que un acto de conformidad con la voluntad de Dios. Porque Dios lo quiso vivió, padeció, trabajó; porque Dios lo quiso murió. Dolorosísimo fue para el Santo morir, aunque fuese en los brazos de Jesús y María, porque con la muerte dejaba de gozar de su presencia corporal, que formaba todas sus delicias y felicidad… No obstante: “Quiero morir, dijo el santo, porque vos, Dios mío, lo queréis. En vida y en muerte no he de tener yo jamás propia voluntad, pues solo quiero hacer lo que es de vuestro agrado”. ¡Qué vida y muerte tan tranquila, tan pacífica, tan feliz, tan santa la del excelso patriarca! Aun en medio de sus amarguras amarguísimas gozaba de paz inalterable, porque en ellas hacía la voluntad de su Dios. ¿Cómo imitas tú tan santo ejemplo, devoto josefino? Pues sábete que la causa de tus pecados e infelicidad es no estar conformado con la divina voluntad. Nadie resistió a Dios y tuvo paz. Enmiéndate y sé feliz haciendo en todas las cosas, como san José, la voluntad de Dios.

 

Punto segundo. Quieras que no, devoto josefino, tú y todos los del mundo y todas las criaturas hemos de hacer por fin la voluntad de Dios. “Mi consejo permanecerá, dice el Señor, y mi voluntad será hecha”. Solo hay la alternativa que está en tu mano, porque eres libre, o de hacer la voluntad de Dios glorificando su misericordia, o su justicia. Si cumples la voluntad de Dios, buena y perfecta, con tus buenas obras ajustando tu vida y tus acciones a su ley santa, experimentarás la misericordia de Dios en el tiempo y por toda la eternidad. Como siervo bueno y fiel entrarás en el gozo de tu Señor, después de haber vivido en abundancia de paz en este valle de quebrantos, morando bajo su providencia amorosa y paternal. Más ¡ay de ti, si te esfuerzas y te empeñas en resistir a su voluntad santísima! Andarás por senderos difíciles, y no conocerás el camino de la paz. Tendrás en verdad como dos infiernos: uno para siempre, siempre, siempre, y otro acá mientras dure tu vida; porque la tribulación, el remordimiento y la desesperación es la herencia de los pecadores que no quieren servir a Dios y conformarse con su voluntad santísima. Y no obstante caerás por fin en manos del Dios vivo, ¡oh cosa la más horrenda! y después de una vida infelicísima, morirás desesperado, lleno de rabia, despecho y furor, y serás despeñado a la sima de la condenación eterna: allí habrá llanto y crujir de dientes; allí habrá fuego y horrores sempiternos; allí habrá el lugar de todos los tormentos, sin mezcla alguna de lenitivo, de descanso, de consolación… Y el que no quiso glorificar a Dios conformando su vida, su voluntad con la voluntad santísima de Dios, que quiere que todos los hombres se salven y le glorifiquen eternamente en la mansión de delicias del cielo, le glorificará a pesar suyo, experimentando los justos castigos de su maldad en los abismos de los infiernos. Porque la voluntad de Dios es justa, y así como premia al justo, ha de castigar al pecador.

 

Haz, devoto josefino, de la necesidad virtud; conforma en todas las cosas tu voluntad con la de Dios, y tu corazón morará en abundancia de paz, y reinará eternamente con Jesús, María y José en la gloria.

 

EJEMPLO

Refiere Boregio en el año 1581, que el siervo de Dios Fr. Alejo de Vejevano, capuchino lego, hallándose próximo a la muerte, instó a sus hermanos que encendiesen algunas hachas, y habiéndole preguntado a qué fin, respondió que debiendo bajar dentro de poco la soberana Reina del cielo con su esposo san José, era necesario recibirlos con toda la reverencia posible. Apenas dijo esto, cuando manifestó que había ya venido aquella visita gloriosa, exclamando lleno de júbilo: “He aquí la Reina del cielo, he aquí a san José: padres, postraos a su presencia y recibidles dignamente”. Pero él fue mejor recibido, pues que murió en el momento, en el día 19 de marzo, día de la fiesta de san José, su santo protector, quien en recompensa de su devoción, con la que se había mortificado en la vida, lo llevó consigo a la eterna gloria.

 

ORACIONES FINALES

PARA CADA DÍA DE LA NOVENA

 

Pídase con toda confianza la gracia que se desee alcanzar en esta Novena.

 

ORACIÓN FINAL

 Acordaos, santísimo esposo de María, dulce abogado, padre y señor mío san José, que jamás se ha oído decir que ni uno solo de los que han acudido a vuestra protección e implorado vuestro socorro haya quedado sin consuelo. Animado con esta confianza, vengo a vuestra presencia en este día, y me encomiendo fervorosamente a vuestra bondad. ¡Oh padre adoptivo de mi redentor Jesús! No desatendáis mis súplicas; antes bien acogedlas propicio, despachadlas favorablemente y socorredme con piedad. Amén.

 

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

 

Jesús, José y María, yo os doy el corazón y el alma mía. 

Jesús, José y María, amparadme en vida y en mi última agonía.

Jesús, José y María, recibid, cuando yo muera, el alma mía.

Alabados sean los corazones de Jesús y de María, y san José y santa Teresa de Jesús. Amén.