miércoles, 28 de febrero de 2018

LOS PRÍNCIPES DE LA IGLESIA, EN CAMBIO, ESTÁN DESTINADOS A SERVIR A SUS INFERIORES.




COMENTARIO AL EVANGELIO CATENA AUREA
 
MIÉRCOLES DE LA II DE CUARESMA
Forma Extraordinaria del Rito Romano

Comentario de Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 35
Es efectivamente laudable el desear trabajar, porque esto es natural en nosotros y nuestra mayor recompensa; pero el ambicionar los honores del poder es una vanidad porque la adquisición de esos honores depende de los altos juicios de Dios y aun cuando los tengamos, no por eso merecemos ni tenemos derecho a la corona de justicia. Porque no será honrado por Dios el apóstol por ser apóstol sino porque cumplió bien los deberes que impone el apostolado. Tampoco el apóstol fue condecorado con el honor de apóstol por sus méritos anteriores, sino que por las inclinaciones y la disposición de su alma fue juzgado apto para el apostolado. Los primeros puestos buscan siempre al que no los quiere y huyen del que los desea. Debemos, por consiguiente, desear, no los puestos más elevados, sino la vida mejor. De ahí es que, deseando el Señor matar la ambición de los dos hermanos y la indignación de los otros apóstoles, les propone la diferencia que existe entre los príncipes del mundo y los príncipes de la Iglesia, haciéndoles ver que el principado en Cristo ni debe ser apetecido por el que no lo tiene, ni debe ser envidiado cuando lo tiene otro. Los príncipes del mundo se dedican a dominar a sus inferiores, a reducirlos a la servidumbre, a servirse de ellos hasta perder sus vidas cuando así lo creen conveniente los príncipes para su propia utilidad o gloria. Los príncipes de la Iglesia, en cambio, están destinados a servir a sus inferiores, a darles cuanto recibieron de Cristo, a despreciar sus propios intereses, a cuidar por los de sus inferiores y a no rehusar la muerte cuando está de por medio la salvación de los inferiores. Es, pues, injusto y de ninguna utilidad el desear la primacía de la Iglesia. Porque ningún hombre cuerdo quiere someterse a semejante tarea y al peligro en que está de perderse por tener que dar cuenta de toda la Iglesia, a no ser que no tema los juicios de Dios, abuse del poder eclesiástico y lo convierta en poder temporal.

EVANGELIO DEL DÍA: El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida para la redención de muchos.




MIÉRCOLES DE LA II DE CUARESMA
Forma Extraordinaria del Rito Romano
El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir
y a dar su vida para la redención de muchos.

Evangelio según San Mateo 20,17-28.
Poniéndose Jesús en camino para Jerusalén, tomó aparte a sus doce discípulos y les dijo:
Mirad que vamos a Jerusalén, donde el Hijo del hombre ha de ser entregado a los príncipes, y le condenarán a muerte;
y le entregarán a los gentiles para que sea escarnecido y azotado y crucificado; mas él resucitará al tercer día.
Entonces, la madre de los hijos de Zebedeo, se le acerca con sus dos hijos, y le adora, manifestando querer pedirle alguna gracia.
Jesús le dijo: ¿Qué quieres? Y ella les respondió: Dispón que estos dos hijos míos tengan su asiento en tu reino, uno a tu derecha y otro a tu izquierda.
Mas Jesús le dio por respuesta: No sabéis lo que os pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo tengo de beber? Y le dijeron: Bien podemos.
Les replicó: Mi cáliz sí que lo beberéis; pero el asiento a mi diestra o siniestra no me toca concederlo a vosotros, sino que será para aquellos a quienes lo ha destinado mi Padre.
Escuchando esto los otros diez apóstoles, se indignaron contra los dos hermanos.
Mas Jesús los convocó a sí, y les dijo: No ignoráis que los príncipes de las naciones avasallan a sus pueblos, y que sus magnates los dominan con imperio.
No ha de ser así entre vosotros, sino que quien aspirase a ser mayor entre vosotros, debe ser vuestro criado.
Y el que quiera ser entre vosotros el primero, ha de ser vuestro siervo.
Al modo que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir, y a dar su vida para redención de muchos.

EL ROSARIO DE HOY CON EL BEATO CARLOS GNOCCHI





Santo Rosario.
Por la señal... 
Monición inicial: Entre los santos y beatos de este día, se encuentra el beato Carlos Gnocchi, sacerdote de Milán, llamado "el apóstol de los mutilados" por su especial dedicación a los huérfanos y heridos de guerra, particularmente a los niños. Falleció de un cáncer el 28 de febrero de 1956, a la edad de 54 años.
Como testimonio de su devoción y amor a la Virgen, puso bajo su protección casi todos los centros de su fundación.
Queriendo que nuestra vida este bajo la protección materna de María, la invocamos en este santo rosario para que nos encendamos en el amor al prójimo. Ofrecemos este rosario por todos aquellos que sufren en el alma y en el cuerpo las consecuencias de la guerra y la enfermedad, particularmente de los niños.
MISTERIOS GLORIOSOS
1.-La Resurrección del Señor.
“Recuerde que es el corazón el que encuentra al mismo Dios: el impulso del amor y del deseo: no el frío raciocinio.”
2.- La Ascensión del Señor
“De Dios hacia Dios: he aquí los términos extremos de la trayectoria terrena del hombre de hoy.”
3.- La Venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles reunidos en torno a la Virgen María
“Si supieras cómo estos días el Señor me dio a entender - para mí, pero seguro que también para usted – que no es suficiente trabajo hacer caridad, debemos ante todo y en primer lugar orar por la caridad. La caridad que nos da él, por el Espíritu Santo que viene a nuestro corazón; ese amor que tanto necesita el mundo y nuestras almas para salvarse.”
4.- La Asunción de María Santísima a los Cielos
“Hoy el cristiano debe ser tendencialmente santo… Nada hay más santificante y salvífico que la santidad. Creedlo. No hay tiempo más útilmente empleado para la salvación del mundo que el empleado en la oración. Es la comunicación con Dios la que hace a la acción espiritualmente fecunda… La santidad como un cuerpo incandescente y radioactiva, crea una irradiación tan misteriosa como potente, más eficaz que los mejores medios de industria de los hombres. Su ámbito de alcanza es el gran mundo de las almas. La santidad irradia de forma silenciosa la fe y la bondad.”
5.- La Coronación De La Virgen Como Reina Y Señora De Todo Lo Creado.
“La verdad no se concede a excepción de aquellos que han sido capaces de liberarse de la esclavitud de las cosas materiales y los sentidos.”

martes, 27 de febrero de 2018

LLEVAR LOS PRECEPTOS MÁS BIEN EN EL CORAZÓN QUE EN LOS CUERPOS. San Jerónimo



COMENTARIO AL EVANGELIO CATENA AUREA

MARTES DE LA II DE CUARESMA
Forma Extraordinaria del Rito Romano
Comentario de San Jerónimo 
Por lo tanto, como el Señor había dado los mandatos de la ley por medio de Moisés, los cumplió hasta el extremo como decía el Deuteronomio: "Llevarás los preceptos en tu mano, y los tendrás siempre a la vista" ( Dt 6,8). Lo que quiere decir: que estén mis preceptos en tu mano, y los cumplirás con las obras; estén ante tus ojos, para que medites en ellos de día y de noche. Los fariseos interpretando esto en mal sentido, escribían en pergamino el Decálogo de Moisés, esto es, los diez preceptos de la ley, llevándolos plegados y atados sobre la frente, formando con ellos una especie de corona, de modo que siempre los tenían delante de sus ojos. También había mandado Moisés, que llevasen en las cuatro puntas de sus mantos cenefas de jacintos, como distintivo del pueblo de Israel, para que, así como se distinguían en sus cuerpos de los gentiles por medio de la circuncisión -que era un signo judaico, así el vestido llevase también alguna diferencia (ver Núm 15,38). Pero los maestros, como supersticiosos, deseando captar la atención de los demás, y apeteciendo las ganancias que podrían obtener de las mujeres, hacían sus cenefas más grandes, y ataban en ellas espinas agudísimas, para que al andar y al sentarse se punzasen, y con esta advertencia pudiesen consagrarse mejor al ministerio del servicio divino. Llamaban a aquella especie de distintivo, filacterías del Decálogo; tablas en que están escritos los nombres de los jueces, esto es, conservadurías, porque todos los que las tenían las conservaban para defenderse y protegerse a sí mismos. No entendían los fariseos que debían llevar estos preceptos más bien en su corazón que en sus cuerpos. De otro modo, quedaban reducidos a ser armarios o cajas que tienen libros, pero que no conocen a Dios.