▼
martes, 31 de marzo de 2015
MARTES SANTO CON SANTA TERESA DE JESÚS: EL ROSTRO DE CRISTO
EL ROSTRO DE CRISTO
«Cuando pienses en el
Señor, o en su vida y Pasión, acuérdate de su mansísimo y hermoso rostro, que
es grandísimo consuelo. Será como un recuerdo suave que cale en tu memoria.
Podrá llegar a quedar tan esculpida en tu mente esta imagen gloriosísima, que
jamás se borre de ella hasta que la veas adonde para sin fin la puedas gozar».
EL RELATO DE LA PASIÓN Y MUERTE DE JESÚS EN EL EVANGELIO DE MARCOS. P. Silvio José Báez, ocd.)
EL RELATO DE LA PASIÓN Y MUERTE
DE JESÚS
EN EL EVANGELIO DE MARCOS
(Mc 14,1-15,47)
(P. Silvio José Báez, ocd.)
De los cuatro evangelistas, Marcos es el que relata
con mayor crudeza los hechos desconcertantes de la pasión y muerte de Jesús en
la cruz. La riqueza de su teología está en el hecho de descubrir en el
escándalo de la cruz la máxima revelación de Jesús.
1. La
unción en Betania (Mc 14, 1-11). El relato inicia con la escena de
la unción en Betania, de parte de una mujer desconocida, de la cual afirma
Jesús: “les aseguro que en cualquier parte del mundo donde se anuncie la buena
noticia será recordada esta mujer y lo que ha hecho” (Mc 14,9). Mientras los
sacerdotes y los escribas andan buscando el modo de arrestar a Jesús y darle
muerte (14,1), esta mujer descubre su identidad mesiánica, comprende el camino
y el destino del Maestro pobre (Mc 14,7) y proféticamente lo unge en la cabeza
con un perfume carísimo de nardo puro. Anticipa la unción de su sepultura y
prepara a Jesús para el sacrificio mesiánico (Mc 14,8). Esta mujer desconocida
es figura de la Iglesia creyente y profética, que vive indisolublemente unida a
la memoria de la evangelización, y que comparte con Jesús el camino de cruz y de
muerte por la salvación de los hombres.
2. La Cena de Jesús (Mc 14, 12-31). Esta
segunda escena de la pasión comienza como la primera, haciendo alusión a unos
“preparativos”. Mientras los jefes judíos se preparan para arrestar y dar
muerte a Jesús (14,1), Jesús y sus discípulos preparan la cena de pascua. La
antigua cena pascual judía se transforma en “la cena de Jesús”, expresión y
símbolo de su entrega y su amor por todos los hombres. La narración de la cena
(vv. 22-26) está enmarcada por dos anuncios proféticos: la traición de Judas
(vv. 17-21) y la predicción de las negaciones de Pedro (vv. 26-31). En el
centro de la cena no aparece ni el cordero, ni el relato de la liberación de
Egipto, sino las palabras y las acciones de Jesús sobre el pan y el vino, que
anticipan el banquete escatológico del reino y explican la vida y el destino de
Jesús. La Eucaristía encierra todo el misterio de la vida de Jesús como
donación de amor y plenitud de salvación para los hombres. El pan partido
representa su vida donada por todos, en el que se hará realidad la presencia
mesiánica de Jesús a lo largo de la historia futura de los hombres; el vino, es
su sangre derramada que sella la alianza gratuita, universal y eterna de Dios
con toda la humanidad.
3. La
oración en Getsemaní y el arresto de Jesús (Mc
14,32-52). El huerto de Getsemaní se encontraba en el monte de los
olivos (Mc 14,26), una pequeña colina situada al este de Jerusalén. En un
monte, el de la transfiguración, Jesús había mostrado su gloria (Mc 9,2-9); en
el monte de los olivos, muestra su humanidad sumida en el dolor y la angustia.
En la escena resaltan dos elementos de la humanidad de Jesús: su sufrimiento y
su oración. El evangelio no oculta el lado humano de Jesús, su incertidumbre,
la necesidad de estar acompañado de los suyos, su dolor y su miedo. Sin esta
dimensión de su persona, Jesús no sería humano, no habría podido realizar la
salvación de los hombres, y tampoco representaría el principio de una nueva
humanidad. Con su oración se revela como el Hijo, que sabe acoger la voluntad
del Padre y se abandona a él sin reservas. El, que había escuchado con tanta
certeza la voz del Padre en el Jordán y en el monte de la transfiguración,
ahora debe acoger y amar también su silencio.
4. El proceso ante el Sanedrín (Mc 14, 53-65).
Marcos ha colocado la escena del proceso ante las autoridades judías
(14,53.55-56) en paralelo con las negaciones de Pedro (14,54.66-72). El v. 53
sirve de introducción al proceso de Jesús ante el Sanedrín y el v. 54 anuncia
la escena de Pedro que niega al Maestro. Mientras Jesús declara, por primera y
única vez en todo el evangelio de Marcos que él es el Mesías, Pedro niega
conocerlo. El contraste es fuertísimo. A la fidelidad del Maestro se contrapone
la infidelidad del discípulo. La frase de Pedro (v. 71: “yo no conozco a ese
hombre del que me hablan”) es la última palabra que pronuncia un discípulo de
Jesús en el evangelio de Marcos. A continuación Pedro se echa a llorar
amargamente. Así termina el primero del grupo: infiel, entre lágrimas, negando
conocer al Maestro. Sólo la pascua podrá rehacer a Pedro y al grupo. Por ahora
todo es fracaso y miedo. El sanedrín judío, ante la declaración mesiánica de
Jesús que escandaliza a todos, lo declaran reo de muerte.
5. El proceso ante Pilato (Mc 15,1-20). Ante el
procurador romano cambia el motivo de la acusación contra Jesús, que es
presentado ante Pilato como “rey de los judíos”. Ante la pregunta de Pilato:
“¿eres tú el rey de los judíos?”, Jesús responde: “Tú lo dices”. No calla su identidad
y da testimonio solemne. Pero después, ante las falsas acusaciones, Jesús no
habla más, no vuelve a responder a Pilato, lo cual extraña mucho al procurador
romano (v. 5). Defenderse en un proceso jurídico sería probar que los otros
mienten, lo cual tendría como efecto el condenar a la parte adversa. Con su
silencio, Jesús renuncia al legítimo derecho de defenderse, acepta pasar por
uno que no puede responder, con tal de que su inocencia no sirva de condena
para ninguno. Voluntariamente va hacia la muerte: calla de frente a las
acusaciones y no huye de la condena, para que en el proceso quede claro que su
deseo no era vencer a costa de los otros, sino padecer incluso la muerte con
tal de no tratar a ninguno como enemigo. Las autoridades judías esperan que el
procurador ratifique la sentencia de muerte y la ejecute. Pilato, “queriendo
complacer a la gente” (v. 15), cae víctima de las intrigas de los sacerdotes
que han manipulado la voluntad del pueblo y decide dar muerte a Jesús (vv.
2-15). Marcos narra otro proceso, oscuro, burlesco, ofensivo, realizado como
una farsa jurídica de parte los soldados, en el calabozo del palacio del
procurador romano (vv. 16-20). Los soldados romanos convierten a
Jesús en objeto de su burla, simulando tributarle honores de rey. Se ensañan
contra Jesús con toda su carga de agresividad y vulgaridad, pero Jesús aquí
también calla. Su silencio prepara la victoria de la pascua: la victoria de la
palabra de la vida sobre el pecado y la muerte.
6. El camino de la cruz y la crucifixión (Mc
15,21-41). Para Marcos, Jesús se revela
plenamente como el “Hijo de Dios” sólo en el momento de la crucifixión (15,39).
Jesús muere dando un fuerte grito (15,37), invocando de Dios una palabra que no
escuchó (15,34), en medio de la burla y el sarcasmo de los sacerdotes y
maestros de la ley, de la gente que pasaba por allí y de los que habían sido
crucificados con él (15,29-33). Jesús hace suyo el destino de todos aquellos
que en el mundo viven y mueren marginados, aplastados y oprimidos, sin respuestas
de ningún tipo, abandonados de Dios y de los hombres. En aquel momento, “la
cortina del templo se rasgó en dos de arriba abajo” (Mc 15,38) y un centurión
romano que estaba frente a Jesús crucificado exclamó: “Verdaderamente este
hombre era Hijo de Dios” (Mc 15,39). Con la muerte de Jesús termina el templo y
toda la institución religiosa de Israel como medio de salvación, y se abre a
los gentiles el camino de la salvación. Es precisamente un pagano, aquel
centurión romano que estaba frente a la cruz, quien reconoce la plenitud de la
manifestación divina en Cristo crucificado, en quien se revela la fuerza
superior de un Dios que actúa en la debilidad y la impotencia. Al centurión
romano, que ha dirigido la crucifixión de Jesús, Dios se le revela en la muerte
del Crucificado. Esta es la paradoja que desde ahora en adelante marcará su
vida y la de todos los que descubran a Dios en Cristo. La fuerza de Dios brota
de la debilidad de la cruz; la salvación, de la impotencia de un hombre
aparentemente fracasado. El pecado se vuelve principio de gracia: Jesús se
revela y salva a los mismos hombres que le han dado muerte.
SANTO ROSARIO PARA EL TIEMPO DE PASIÓN MEDITADO CON LA CARTA A LOS HEBREOS
MISTERIOS DOLOROSOS
Monición inicial:
Cercana ya el
Sagrado Triduo Pascual, la Iglesia nos invita a recoger nuestros sentidos e
introducirnos en los momentos culminantes de nuestra redención, uniéndonos
íntimamente a nuestro Señor Jesucristo y a su Madre y madre nuestra, la Virgen
Dolorosa.
Al contemplar
los misterios dolorosos, hemos de unirnos a Jesús paciente que como buen Pastor
da la vida por sus ovejas; y todo lo ha sufrido por amor a nosotros.
Señor mío Jesucristo...
1. La Oración de Jesús en el Huerto
“No pierdan ahora –en la prueba- su confianza, que lleva consigo una gran
recompensa.” Hb 10, 35
2. La flagelación de Jesús atado a la
columna.
“No han resistido todavía hasta llegar a la
sangre en su lucha contra el pecado.” Hb 12, 4
3. La coronación de espinas
“Han echado en olvido la exhortación
que como a hijos se les dirige: Hijo mío, no menosprecies la corrección del
Señor; ni te desanimes al ser reprendido por él. Pues a quien ama el Señor, le
corrige; y azota a todos los hijos que acoge.
Sufran para corrección de ustedes. Como a hijos los trata Dios, y, ¿qué
hijo hay a quien su padre no corrige?” Hb 12, 5-7
4. Nuestro Señor con la cruz a cuestas
camino del Calvario
“Fijaos en Aquél que soportó tal contradicción
de parte de los pecadores, para que no desfallezcan faltos de ánimo.” Hb 12, 3
5. La crucifixión y muerte del Señor
“En la fe murieron todos los hombres que alaba la Escritura, sin haber conseguido el objeto
de las promesas: viéndolas y saludándolas desde lejos y confesándose extraños y
forasteros sobre la tierra.” Hb 11, 13
lunes, 30 de marzo de 2015
SANTO ROSARIO PARA EL TIEMPO DE PASIÓN MEDITADO CON LA CARTA A LOS HEBREOS
MISTERIOS GOZOSOS
Monición inicial:
Cercana ya el Sagrado Triduo Pascual, la Iglesia nos invita a recoger nuestros sentidos e introducirnos en los momentos culminantes de nuestra redención, uniéndonos íntimamente a nuestro Señor Jesucristo y a su Madre y madre nuestra, la Virgen Dolorosa.
Al contemplar los misterios gozosos, contemplamos como el Verbo de Dios tomó nuestra condición humana para sufrir por nosotros y pagar así el precio de nuestro rescate.
Señor mío Jesucristo...
1.- La Anunciación a la Virgen y la Encarnación del Hijo de Dios
“Cuando Cristo entró en el mundo dijo: «Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: “Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad.” Hb 10, 5-7
2.-La Visitación de Nuestra Señora a su prima santa Isabel.
“Teniendo, pues, hermanos, plena seguridad para entrar en el santuario en virtud de la sangre de Jesús, por este camino nuevo y vivo, inaugurado por él para nosotros, a través del velo, es decir, de su propia carne, y con un Sumo Sacerdote al frente de la casa de Dios, acerquémonos con sincero corazón, en plenitud de fe, purificados los corazones de conciencia mala y lavados los cuerpos con agua pura.” Hb 10, 19-22
3.-El nacimiento del Niño Dios en el portal de Belén
“Por tanto, así como los hijos participan de la sangre y de la carne, así también participó Cristo de las mismas, para aniquilar mediante la muerte al señor de la muerte, es decir, al Diablo, y libertar a cuantos, por temor a la muerte, estaban de por vida sometidos a esclavitud. Por eso tuvo que asemejarse en todo a sus hermanos, para ser misericordioso y Sumo Sacerdote fiel en lo que toca a Dios, en orden a expiar los pecados del pueblo.” Hb 2, 14-15. 17
4.-La purificación de la Virgen y presentación del Niño Jesús
“No tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado. Acerquémonos, por tanto, confiadamente al trono de gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar gracia para una ayuda oportuna.” Hb 4, 14
5.- El niño Jesús perdido y hallado en el templo
“Sin fe es imposible agradar a Dios, pues el que se acerca a Dios ha de creer que existe y que recompensa a los que le buscan.” Hb 11, 6
TODO GESTO DE CARIDAD Y DEVOCIÓN AUTÉNTICA A CRISTO NO SE LIMITA A UN HECHO PERSONAL
COMENTARIO DEL EVANGELIO DEL DÍA
LUNES SANTO: UNCIÓN EN BETANIA
Forma Extraordinaria del Rito Romano
El Evangelio
recién proclamado nos conduce a Betania, donde, como apunta el evangelista,
Lázaro, Marta y María ofrecieron una cena al Maestro (cf. Jn 12, 1). Este
banquete en casa de los tres amigos de Jesús se caracteriza por los
presentimientos de la muerte inminente: los seis días antes de Pascua, la
insinuación del traidor Judas, la respuesta de Jesús que recuerda uno de los
piadosos actos de la sepultura anticipado por María, la alusión a que no lo
tendrían siempre con ellos, el propósito de eliminar a Lázaro, en el que se
refleja la voluntad de matar a Jesús. En este relato evangélico hay un gesto
sobre el que deseo llamar la atención: María de Betania, "tomando una
libra de perfume de nardo puro, muy caro, ungió los pies de Jesús y los secó
con sus cabellos" (12, 3). El gesto de María es la expresión de fe y de
amor grandes por el Señor: para ella no es suficiente lavar los pies del
Maestro con agua, sino que los unge con una gran cantidad de perfume precioso
que —como protestará Judas— se habría podido vender por trescientos denarios; y
no unge la cabeza, como era costumbre, sino los pies: María ofrece a Jesús
cuanto tiene de mayor valor y lo hace con un gesto de profunda devoción. El
amor no calcula, no mide, no repara en gastos, no pone barreras, sino que sabe
donar con alegría, busca sólo el bien del otro, vence la mezquindad, la
cicatería, los resentimientos, la cerrazón que el hombre lleva a veces en su
corazón.
María se
pone a los pies de Jesús en humilde actitud de servicio, como hará el propio
Maestro en la última Cena, cuando, como dice el cuarto Evangelio, "se
levantó de la mesa, se quitó sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó.
Luego echó agua en una jofaina y se puso a lavar los pies de los
discípulos" (Jn 13, 4-5), para que —dijo— "también vosotros hagáis
como yo he hecho con vosotros" (v. 15): la regla de la comunidad de Jesús
es la del amor que sabe servir hasta el don de la vida. Y el perfume se
difunde: "Toda la casa —anota el evangelista— se llenó del olor del
perfume" (Jn 12, 3). El significado del gesto de María, que es respuesta
al amor infinito de Dios, se expande entre todos los convidados; todo gesto de
caridad y de devoción auténtica a Cristo no se limita a un hecho personal, no
se refiere sólo a la relación entre el individuo y el Señor, sino a todo el
cuerpo de la Iglesia; es contagioso: infunde amor, alegría y luz.
"Vino a
los suyos y los suyos no lo recibieron" (Jn 1, 11): al acto de María se
contraponen la actitud y las palabras de Judas, quien, bajo el pretexto de la
ayuda a los pobres oculta el egoísmo y la falsedad del hombre cerrado en sí
mismo, encadenado por la avidez de la posesión, que no se deja envolver por el
buen perfume del amor divino. Judas calcula allí donde no se puede calcular,
entra con ánimo mezquino en el espacio reservado al amor, al don, a la entrega
total. Y Jesús, que hasta aquel momento había permanecido en silencio, interviene
a favor del gesto de María: "Déjala, que lo guarde para el día de mi
sepultura" (Jn 12, 7). Jesús comprende que María ha intuido el amor de
Dios e indica que ya se acerca su "hora", la "hora" en la
que el Amor hallará su expresión suprema en el madero de la cruz: el Hijo de
Dios se entrega a sí mismo para que el hombre tenga vida, desciende a los
abismos de la muerte para llevar al hombre a las alturas de Dios, no teme
humillarse "haciéndose obediente hasta la muerte y una muerte de
cruz" (Flp 2, 8). San Agustín, en el Sermón en el que comenta este pasaje
evangélico, nos dirige a cada uno, con palabras apremiantes, la invitación a
entrar en este circuito de amor, imitando el gesto de María y situándonos
concretamente en el seguimiento de Jesús. Escribe san Agustín: "Toda alma
que quiera ser fiel, únase a María para ungir con perfume precioso los pies del
Señor... Unja los pies de Jesús: siga las huellas del Señor llevando una vida
digna. Seque los pies con los cabellos: si tienes cosas superfluas, dalas a los
pobres, y habrás enjugado los pies del Señor" (In Ioh. evang., 50, 6).
Benedicto XVI . 29 de marzo de 2010
EVANGELIO DEL DÍA: Dejadla que lo emplee para honrar de antemano el día de mi sepultura. Pues en cuanto a los pobres, los tenéis siempre con vosotros; pero a mí no me tenéis siempre.
LUNES SANTO: UNCIÓN EN BETANIA
Forma Extraordinaria del Rito Romano
Seis días
antes de la Pascua volvió Jesús a Betania, donde vivía Lázaro a quien Jesús
resucitó. Aquí le dispusieron una cena, Marta servía, y Lázaro era uno de
los que estaban a la mesa con él. Y María tomó una libra de ungüento o
perfume de nardo puro, y de gran precio, y lo derramó sobre los pies de Jesús,
y los enjugó con sus cabellos; y se llenó la casa de la fragancia del
perfume.
Por lo cual
Judas Iscariote, uno de sus discípulos, aquel que le había de entregar,
dijo: ¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios,
para limosna de los pobres? Esto dijo, no porque él pasase algún cuidado
por los pobres, sino porque era ladrón y teniendo la bolsa, llevaba o
defraudaba el dinero que se echaba en ella. Pero Jesús respondió: Dejadla
que lo emplee para honrar de antemano el día de mi sepultura. Pues en
cuanto a los pobres, los tenéis siempre con vosotros; pero a mí no me tenéis
siempre. Entretanto una gran multitud de judíos, luego que supieron que
Jesús estaba allí, vinieron, no sólo por Jesús, sino también por ver a Lázaro,
a quien había resucitado de entre los muertos.
Juan 12,1-9.
LUNES SANTO CON SANTA TERESA DE JESÚS: LA ORACIÓN DE QUIETUD, EL PERFUME DEL ESPOSO
LA ORACIÓN
DE QUIETUD, EL PERFUME DEL ESPOSO
En esta oración de que estoy hablando,
que yo llamo de quietud, porque el sosiego que produce en todas las potencias
parece que conforta todo el hombre interior y exterior, como si le echasen en
los tuétanos una unción suavísima de un gran perfume de muchas esencias, sin
que sepamos lo que es ni dónde está aquel perfume, sino que nos penetra
totalmente, así parece que es este amor suavísimo de nuestro Dios. Se introduce
en el alma con gran suavidad y la contenta y la satisface y no puede entender
cómo y por dónde entra aquél bien. Querría no perderlo, querría no menearse ni
hablar ni aún mirar, para que no se le fuese. Y esto es lo que dice aquí la
esposa a mi propósito, que dan de sí los pechos del Esposo olor muy bueno, más
que los ungüentos (Mdt C 4, 2).
domingo, 29 de marzo de 2015
LA PASIÓN DE JESÚS en EL EVANGELIO DE SAN MATEO. P. Silvio José Báez, ocd
LA PASIÓN DE JESÚS en
EL EVANGELIO DE SAN MATEO
(Mt 26,14-27,66)
(P. Silvio José Báez, ocd.)
Para Mateo, Jesús es el justo condenado que sufre la violencia de parte de
los pecadores. Su relato es profundamente teológico, lleno de alusiones
bíblicas y pensado para el uso litúrgico en la comunidad.
La cena
pascual (26,14-35) nos recuerda el gesto y las palabras de Jesús que invita a
los discípulos a comer su cuerpo y a beber su sangre, signos proféticos de la
entrega de su vida en la cruz, porque desea compartir con ellos el camino y el
destino de su existencia. En el huerto de Getsemaní (26,36-46)
Jesús es el modelo del perfecto orante que experimenta la "agonía"
que supone la búsqueda y la aceptación sincera de la voluntad de Dios. Los
discípulos son invitados a "velar" con Jesús, es decir, a compartir
con él su destino adoptando su actitud del Hijo, orante y fiel. En el momento
del arresto(26,47-56), Jesús, que en el sermón de la montaña había
declarado superada la represalia y la justicia de la ley del talión en las
relaciones humanas (cf. Mt 5,39), vuelve a manifestar su apasionado amor por el
perdón y la no violencia.
El proceso
judío (26,57-75) es la ocasión para la última y gran revelación de Jesús
delante de su pueblo: "a partir de ahora verán al Hijo del hombre sentado
a la derecha del Todopoderoso venir sobre las nubes del cielo". La solemne
declaración de realeza, de mesianismo y de divinidad, provoca el total rechazo
de Israel. Paradójicamente, mientras Jesús reconoce abiertamente su identidad
de Hijo y juez universal, uno de sus discípulos, Pedro, el primero de ellos,
reniega de su Maestro delante de las insistentes preguntas de dos criadas y un
grupo de gente.
El
proceso romano (27,1-31) deja en claro la elección de Israel (Barrabás), la injusticia
de las autoridades del imperio (Pilato) y la simpatía de los paganos (la mujer
de Pilato). Esta última, iluminada por un sueño, invita al marido a no
involucrarse en la suerte de "este justo" (Mt 27,19). En efecto,
Jesús, como los antiguos profetas y justos perseguidos y condenados a lo largo
de la historia bíblica (cfr. Mt 23,29.35), muere por haber anunciado la verdad
de Dios en un mundo de falsedad y de injusticia. En la imagen de Jesús, objeto
de burla y de ofensas de parte de los paganos como "rey de los
judíos", se mezclan las características del Mesías humilde (Mt 21,5) y del
siervo de Yahvéh, insultado y sometido a crueles torturas (Is 50,6).
La crucifixión (27,32-50) es el momento
culminante del relato. Jesús muere como el justo perseguido y torturado
injustamente (cf. Sal 22 y 69). Delante de él desfilan la humanidad que
blasfema (27,39-44), las fuerzas del cosmos que anuncian una manifestación
divina (tinieblas y terremoto, cf. Ex 10,22; Am 8,9), los nuevos creyentes (el
centurión), y la nueva humanidad liberada de la muerte por el Cristo (los
muertos que salen de los sepulcros).
La
muerte de Jesús. Jesús muere en total soledad, rechazado por los hombres y aparentemente
abandonado por Dios. En aquel abandono se produce, paradójicamente, la suprema
comunión entre el Padre y el Hijo. La cruz del Señor es, al mismo tiempo, abandono
y donación sin reservas. El grito de Jesús ("Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado?") no sólo da la medida de la profunda soledad
y el abismal sufrimiento del Señor, sino que indica su plena confianza en Aquel
que puede salvar aún en la más desgarradora y mortal de las
situaciones. Aquel silencio de la cruz revela, en forma paradójica, la
infinita comunión del Padre y del Hijo, y la convierte en buena noticia para
todos, los que como Jesús, viven y mueren rechazados por el mundo y
aparentemente abandonados por Dios. Sólo la fe en Jesús, muerto y
resucitado, puede dar sentido a tantos silencios humanos y divinos que
encontramos en el camino de nuestra vida. Es la fe en Jesús, muerto y
resucitado, la que hace que la Iglesia esté siempre de parte de los humillados,
los débiles, los oprimidos, y los crucificados de este mundo. Es la fe en
Jesús la que mueve a la Iglesia a realizar su misión a imagen de su Señor, en
el ocultamiento y la sencillez, en el rechazo al poder y a la gloria, con la
mística de la cruz: en la humillación y el dolor por amor, fruto de la
fidelidad al Padre, y fuente de vida y liberación para el mundo y la historia.
SANTO ROSARIO PARA EL TIEMPO DE PASIÓN MEDITADO CON LA CARTA A LOS HEBREOS
MISTERIOS GLORIOSOS
Monición inicial:
Cercana ya el
Sagrado Triduo Pascual, la Iglesia nos invita a recoger nuestros sentidos e
introducirnos en los momentos culminantes de nuestra redención, uniéndonos
íntimamente a nuestro Señor Jesucristo y a su Madre y madre nuestra, la Virgen
Dolorosa.
Al contemplar
los misterios gloriosos, nuestra fe se confirma y reconforta con la esperanza
de que tras la peregrinación en este mundo, hay una vida en el cielo conseguida
a precio de la sangre de Cristo.
Señor mío Jesucristo...
1.-La Resurrección del Señor.
“Aquel que fue hecho inferior a los
ángeles por un poco, a Jesús, le vemos coronado de gloria y honor por haber
padecido la muerte, pues por la gracia de Dios gustó la muerte para bien de
todos. Convenía, en verdad, que Aquél por quien es todo y para quien es todo,
llevara muchos hijos a la gloria, perfeccionando mediante el sufrimiento al que
iba a guiarlos a la salvación.” Hb 2, 9-10
2.- La Ascensión del Señor
“Muchas veces y de muchos modos habló
Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas; en estos últimos
tiempos nos ha hablado por medio del Hijo a quien instituyó heredero de todo,
por quien también hizo los mundos; el cual, siendo resplandor de su gloria e
impronta de su sustancia, y el que sostiene todo con su palabra poderosa,
después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la diestra
de la Majestad en las alturas.” Hb 1, 1-3
3.- La Venida del Espíritu Santo
“Es preciso que prestemos mayor
atención a lo que hemos oído, para que no nos extraviemos. Pues si la palabra promulgada por medio de
los ángeles obtuvo tal firmeza que toda transgresión y desobediencia recibió
justa retribución, ¿cómo saldremos absueltos nosotros si descuidamos tan gran
salvación? La cual comenzó a ser anunciada por el Señor, y nos fue luego
confirmada por quienes la oyeron, testificando también Dios con señales y
prodigios, con toda suerte de milagros y dones del Espíritu Santo repartidos
según su voluntad.” Hb 2, 1-4
4.- La Asunción de María Santísima a los
cielos en cuerpo y alma
“Por eso Cristo es mediador de una nueva
Alianza; para que, interviniendo su muerte para remisión de las transgresiones
de la primera Alianza, los que han sido llamados, reciban la herencia eterna
prometida.” Hb 9, 15
5.- La Coronación de la Virgen como
Reina y Señora
“Deseamos, no obstante, que cada uno de
ustedes manifieste hasta el fin la misma diligencia para la plena realización
de la esperanza, de forma que no se hagan indolentes, sino más bien imitadores
de aquellos que, mediante la fe y la perseverancia, heredan las promesas.” Hb 6, 11-12
DOMINGO DE RAMOS CON SANTA TERESA DE JESÚS: QUIERO QUE MI SANGRE TE APROVECHE
QUIERO QUE
MI SANGRE TE APROVECHE
De la paz que da el
mundo en honras no tengo para qué deciros nada,
que a los pobres
nunca se lo honra mucho.
En lo que os puede
hacer mucho daño si no prestáis atención
es en las alabanzas;
que nunca acaba una
vez que comienza, para después bajaros más.
Es lo más común decir
que sois unas santas,
con palabras tan
exageradas que parece los enseña el demonio.
Y así debe ser a
veces, porque si lo dijesen en ausencia, pasaría;
mas en presencia,
¿qué fruto puede traer, sino daño?
Por amor de Dios os
pido que nunca os pacifiquéis en estas palabras,
que poco a poco os
podrían hacer daño y creer que dicen verdad,
o en pensar que ya es
todo hecho y que lo habéis trabajado.
Vosotras nunca dejéis
pasar palabras de alabanza
sin moveros guerra en
vuestro interior,
que con facilidad se
hace, si tenéis costumbre.
Acordaos cómo dejó el
mundo a Cristo Nuestro Señor,
y qué ensalzado le
había tenido el día de Ramos. (Mdt C 2, 13).
471 El día de Ramos, acabando de comulgar, quedé
con gran suspensión, de manera que aun no podía pasar la Forma y, teniéndola en
la boca, verdaderamente me pareció cuando volví un poco en mí, que toda la boca
se me había llenado de sangre; y me parecía que también el rostro y toda yo
estaba cubierta de ella, como si
entonces acabara de derramarla el Señor. Me parece que estaba caliente, y era
excesiva la suavidad que entonces sentía, y me dijo el Señor: "Hija, yo
quiero que mi sangre te aproveche, y no tengas miedo de que te falte mi
misericordia; Yo la derramé con muchos dolores, y tú la gozas con gran deleite,
como ves; bien te pago el convite que me hacías este día" (Cc 12ª, 1).
CUARESMA CON SANTA TERESA DE JESÚS: QUIERO QUE MI SANGRE TE APROVECHE
QUIERO QUE
MI SANGRE TE APROVECHE
El día de Ramos, acabando de comulgar, quedé
con gran suspensión, de manera que aun no podía pasar la Forma y, teniéndola en
la boca, verdaderamente me pareció cuando volví un poco en mí, que toda la boca
se me había llenado de sangre; y me parecía que también el rostro y toda yo
estaba cubierta de ella, como si
entonces acabara de derramarla el Señor. Me parece que estaba caliente, y era
excesiva la suavidad que entonces sentía, y me dijo el Señor: "Hija, yo
quiero que mi sangre te aproveche, y no tengas miedo de que te falte mi
misericordia; Yo la derramé con muchos dolores, y tú la gozas con gran deleite,
como ves; bien te pago el convite que me hacías este día" (Cc 12ª, 1).
sábado, 28 de marzo de 2015
SANTO ROSARIO PARA EL TIEMPO DE PASIÓN MEDITADO CON LA CARTA A LOS HEBREOS
MISTERIOS GOZOSOS
Monición inicial:
Cercana ya el
Sagrado Triduo Pascual, la Iglesia nos invita a recoger nuestros sentidos e
introducirnos en los momentos culminantes de nuestra redención, uniéndonos
íntimamente a nuestro Señor Jesucristo y a su Madre y madre nuestra, la Virgen
Dolorosa.
Al contemplar
los misterios gozosos, contemplamos como el Verbo de Dios tomó nuestra
condición humana para sufrir por nosotros y pagar así el precio de nuestro
rescate.
Señor mío Jesucristo...
1.- La Anunciación a la Virgen y la Encarnación del Hijo de Dios
“Dice primero: Sacrificios y
oblaciones y holocaustos y sacrificios por el pecado no los quisiste ni te
agradaron —cosas todas ofrecidas conforme a la Ley— entonces, añade: He aquí
que vengo a hacer tu voluntad. Abroga lo primero para establecer el segundo. Y
en virtud de esta voluntad somos santificados, merced a la oblación de una vez
para siempre del cuerpo de Jesucristo.” Hb 10, 8-10
2.-La Visitación de Nuestra Señora a su prima santa Isabel.
“Mantengamos firme la confesión de la
esperanza, pues fiel es el autor de la Promesa. Fijémonos los unos en los otros
para estímulo de la caridad y las buenas obras,
sin abandonar nuestras propias reuniones, como algunos acostumbran
hacerlo, antes bien, animándonos: tanto más, cuanto que ven que se acerca ya el
Día.” Hb 10, 23-25
3.-El nacimiento del Niño Dios en el portal de Belén
“Por tanto, así como los hijos
participan de la sangre y de la carne, así también participó Cristo de las
mismas, para aniquilar mediante la muerte al señor de la muerte, es decir, al
Diablo, y libertar a cuantos, por temor a la muerte, estaban de por vida
sometidos a esclavitud. Por eso tuvo que asemejarse en todo a sus hermanos,
para ser misericordioso y Sumo Sacerdote fiel en lo que toca a Dios, en orden a
expiar los pecados del pueblo.” Hb 2, 14-15. 17
4.-La purificación de la Virgen y presentación del Niño Jesús
“Así es Cristo, el Sumo Sacerdote que
nos convenía: santo, inocente, incontaminado, apartado de los pecadores,
encumbrado por encima de los cielos, que no tiene necesidad de ofrecer
sacrificios cada día, primero por sus pecados propios como aquellos Sumos
Sacerdotes, luego por los del pueblo: y esto lo realizó de una vez para
siempre, ofreciéndose a sí mismo.” Hb 7, 26-27
5.- El niño Jesús perdido y hallado en el templo
“Sin fe es imposible agradar a Dios, pues el
que se acerca a Dios ha de creer que existe y que recompensa a los que le
buscan.” Hb 11, 6
EL AMOR NO MUERE
COMENTARIO DEL EVANGELIO DEL DÍA
SÁBADO
DE LA I SEMANA DE PASIÓN
Forma Extraordinaria del Rito Romano
«Si el grano de trigo no cae en tierra
y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto» (Jn 12,24). El
evangelista san Juan anuncia así la glorificación de Cristo a través del
misterio de su muerte en cruz. En este tiempo de Pascua, precisamente a la luz
del prodigio de la Resurrección, esas palabras cobran una elocuencia aún más
profunda e intensa. Aunque es verdad que en ellas se percibe cierta tristeza
por la próxima separación de sus discípulos, también es verdad que Jesús indica
el secreto para derrotar el poder de la muerte.
La muerte no tiene la
última palabra; no es el fin de todo, sino que, redimida por el sacrificio de
la cruz, puede ser ya el paso a la alegría de la vida sin fin. Dice Jesús: «El
que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará
para la vida eterna» (Jn 12,25). Así pues, si aceptamos morir a nuestro
egoísmo, si no nos cerramos en nosotros mismos y hacemos de nuestra vida un don
a Dios y a los hermanos, también nosotros podremos conocer la rica fecundidad
del amor. Y el amor no muere.
Benedicto XVI, 23 de abril de 2008.
EVANGELIO DEL DÍA: LO HE GLORIFICADO Y VOLVERÉ A GLORIFICARLO.
SÁBADO
DE LA I SEMANA DE PASIÓN
Forma Extraordinaria del Rito Romano
Por eso los príncipes de
los sacerdotes deliberaron quitar también la vida a Lázaro, visto que muchos judíos por su causa se
apartaban de ellos, y creían en Jesús. Al día siguiente, una gran muchedumbre,
que habían venido a la fiesta, habiendo oído que Jesús estaba para llegar a
Jerusalén, cogieron ramos de palmas y
salieron a recibirle, gritando: ¡Hosanna! ¡Bendito sea el que viene en nombre
del Señor, el rey de Israel! Halló Jesús
un burro, y montó en él, según está escrito: No tienes que temer, hija de Sión:
Mira a tu rey que viene sentado sobre un burro.
Los discípulos por entonces no reflexionaron sobre esto; mas cuando
Jesús hubo entrado en su gloria, se acordaron que tales cosas estaban escritas
de él, y que ellos mismos las cumplieron.
Y la multitud que estaba con Jesús, cuando llamó a Lázaro del sepulcro,
y le resucitó de entre los muertos, daba testimonio de él. Por esta causa salió tanta gente a recibirle,
por haber oído que había hecho este milagro. En vista de lo cual se dijeron
unos a otros los fariseos. ¿Véis cómo no adelantamos nada? He aquí que todo el
mundo se va con él. Al mismo tiempo ciertos gentiles de los que habían venido
para adorar a Dios en la fiesta, se
acercaron a Felipe, natural de Betsaida en Galilea, y le hicieron esta súplica:
Señor, deseamos ver a Jesús. Felipe fue y lo dijo a Andrés; y Andrés y Felipe juntos,
se lo dijeron a Jesús. Jesús les respondió, diciendo: Venida es la hora en que
debe ser glorificado el Hijo del hombre. En verdad, en verdad os digo que si el
grano de trigo, después de echado en la tierra, no muere, queda infecundo; pero
si muere, produce mucho fruto. Así el que ama desordenadamente su alma, la
perderá; mas el que aborrece o mortifica su alma en este mundo, la conserva
para la vida eterna. El que me sirve, sígame; que donde yo estoy, allí estará
también el que me sirve; y a quien me sirviere, le honrará mi Padre. Pero ahora
mi alma se ha conturbado. Y ¿qué diré? ¡Oh Padre!, líbrame de esta hora. Mas
no, que para esa misma hora he venido al mundo. ¡Oh Padre! glorifica tu santo
Nombre. Al momento se oyó del cielo esta voz: Le he glorificado ya, y le
glorificaré todavía más. La gente que allí estaba, y oyó el sonido de esta voz,
decía que aquello había sido un trueno. Otros decían: Un ángel le ha hablado. Jesús
les respondió, y dijo: Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora mismo va a ser juzgado el mundo; ahora
el príncipe de este mundo va a ser lanzado fuera. Y cuando yo sea levantado en
alto en la tierra, todo lo atraeré a mí. (Esto lo decía para significar de qué
muerte había de morir). Le replicó la
gente: Nosotros sabemos por la ley, que el Cristo debe vivir eternamente; pues
¿cómo dices que debe ser levantado en alto o crucificado el Hijo del hombre?
¿Quién es ese Hijo del hombre? Les respondió Jesús: La luz aún está entre
vosotros por un poco de tiempo. Caminad, pues, mientras tenéis luz, para que
las tinieblas no os sorprendan; que quien anda entre tinieblas, no sabe adónde
va, mientras tenéis luz, creed en la
luz, para que seáis hijos de la luz. Estas cosas les dijo Jesús; y fue, y se
escondió de ellos.
Juan 12,10-36.
28 DE MARZO DE 1515-28 DE MARZO DE 2015. V CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE SANTA TERESA DE JESÚS
Vuestra
soy, para Vos nací,
¿qué
mandáis hacer de mí?
Soberana
Majestad, eterna sabiduría,
bondad
buena al alma mía;
Dios
alteza, un ser, bondad, la gran vileza mirad
que
hoy os canta amor así: ¿qué mandáis hacer de mí?
Vuestra
soy, pues me criastes,
vuestra,
pues me redimistes,
vuestra,
pues que me sufristes,
vuestra
pues que me llamastes,
vuestra
porque me esperastes,
vuestra,
pues no me perdí:
¿qué
mandáis hacer de mí?
¿Qué
mandáis, pues, buen Señor,
que
haga tan vil criado?
¿Cuál
oficio le habéis dado a este esclavo pecador?
Veisme
aquí, mi dulce Amor,
amor
dulce, veisme aquí:
¿qué
mandáis hacer de mí?
Veis
aquí mi corazón, yo le pongo en vuestra palma,
mi
cuerpo, mi vida y alma, mis entrañas y afición;
dulce
Esposo y redención, pues por vuestra me ofrecí:
¿qué
mandáis hacer de mí?
Dadme
muerte, dadme vida: dad salud o enfermedad,
honra
o deshonra me dad, dadme guerra o paz crecida,
flaqueza
o fuerza cumplida, que a todo digo que sí:
¿qué
mandáis hacer de mí?
Dadme
riqueza o pobreza, dad consuelo o desconsuelo,
dadme
alegría o tristeza, dadme infierno o dadme cielo,
vida
dulce, sol sin velo, pues del todo me rendí:
¿qué
mandáis hacer de mí?
Si
queréis, dadme oración, si no, dadme sequedad,
si
abundancia y devoción, y si no esterilidad.
Soberana
Majestad, sólo hallo paz aquí:
¿qué
mandáis hacer de mi?
Dadme,
pues, sabiduría, o por amor, ignorancia;
dadme
años de abundancia, o de hambre y carestía;
dad
tiniebla o claro día, revolvedme aquí o allí:
¿qué
mandáis hacer de mí?
Si
queréis que esté holgando, quiero por amor holgar.
Si
me mandáis trabajar, morir quiero trabajando.
Decid,
¿dónde, cómo y cuándo?
Decid,
dulce Amor, decid:
¿qué
mandáis hacer de mí?
Dadme
Calvario o Tabor, desierto o tierra abundosa;
sea
Job en el dolor, o Juan que al pecho reposa;
sea
viña fructuosa o estéril, si cumple así:
¿qué
mandáis hacer de mí?
Sea
José puesto en cadenas, o de Egipto adelantado,
o
David sufriendo penas, o ya David encumbrado;
sea
Jonás anegado, o libertado de allí:
¿qué
mandáis hacer de mí?
Esté
callando o hablando, haga fruto o no le haga,
muéstreme
la ley mi llaga, goce de Evangelio blando;
esté
penando o gozando, sólo vos en mí vivid:
¿qué
mandáis hacer de mí?
Vuestra
soy, para vos nací,
¿qué
mandáis hacer de mí?